Es difícil imaginar cuántos mitos persisten en nuestras vidas. Estos provienen de varias fuentes; algunos han sido transmitidos de generaciones  en generaciones, como por ejemplo, el mito de la inferioridad de la mujer o de algunos grupos étnicos. Otros provienen del conocimiento científico de una época anterior, donde al demostrarse que esos conocimientos  estaban obsoletos, esa “ciencia” antigua, han permanecido como mitos. Por ejemplo,  bajar la alta temperatura en los pacientes es un ejemplo de este tipo de mitos. Sin embargo, otros mitos han surgido de personas que los creían verdaderos y otros, al ser influenciados por ellos, los han propagado. Uno de los más peligrosos mitos es la división entre la mente y el cuerpo o entre trabajo y capital.  Estos sólo son algunos ejemplos de los mitos más peligrosos. Otros mitos han sido creados para alcanzar un objetivo determinado, siendo los políticos y los publicistas, los más famosos  en crear tales mitos. Ya me he referido a varios mitos, como el mito de que el partido nazi fue responsable de la Segunda Guerra Mundial, o el mito del  buen salvaje proveniente de la era de la Ilustración. Uno de los mitos más dramáticos fue el mito de la inferioridad de los judíos que fue propagado intencionalmente, primero por los zares y luego por la propaganda nazi.

Creo que la única defensa contra los mitos es el conocimiento, actualizado con frecuencia y una meritocracia común, cediendo el poder en la toma de  decisiones a aquellos que tienen el conocimiento suficiente acerca de los problemas y sus soluciones. En este artículo he decidido listar algunos mitos relacionados   con nuestra salud y estilos de vida cotidianos. La lista ha sido inspirada por el libro escrito por Randall Fitzgerald [1].  La mayoría de los mitos (pero no todos ) proceden o se inspiran en un libro escrito en el  81. Este autor analiza la historia y desarrollo de las industrias alimenticias y farmacéuticas, que producen los efectos descritos en la primera entrada.   Nos ayuda a entender cómo es posible que no nos percatemos de las víctimas de las  repercusiones de “la segunda guerra mundial” que sucede  en nuestros tiempos.

  • Mito 1. El mito de la causa y efecto
  • Mito 2. Las pequeñas cantidades no hacen daño
  • Mito 3. El gobierno sabe lo que es seguro y nos protege a través de sus organismos e institutos, controlando las industrias de los alimentos y medicamentos.
  • Mito 4. La veracidad en el etiquetado de los productos
  • Mito 5. Los aditivos alimenticios y edulcorantes son seguros
  • Mito 6. El flúor  y cloruro hacen que el agua sea más segura
  • Mito 7. Los plásticos son inofensivos
  • Mito 8. Las pruebas en animales evitan daños en  los seres humanos
  • Mito 9. Siempre se necesitan medicamentos para tratar la depresión o el dolor Mito 10. Los médicos de la antigüedad o populares eran poco sofisticados y sus remedios no tienen validez científica.
  • Mito 11. Las dosis generales o recomendadas son buenas para todas las personas.
  • Mito 12. Si trata de comer alimentos saludables usted obtendrá todas las vitaminas que necesita.
  • Mito 13. Los complementos alimenticios nos permiten compensar la comida poco saludable.
  • Mito 14. Las vacunas son siempre beneficiosas.
  • Mito 15. Las medicinas han aumentado nuestra esperanza de vida.
  • Mito 16. Parece que las personas tienen más cáncer en la actualidad, pero sólo es porque vivimos más tiempo
  • Mito 17. La comida no tiene nada que ver con patologías de la conducta tales como la violencia.
  • Mito 18. Los placebos no pueden curar.
  • Mito 19. Los alimentos orgánicos son alimentos puros.
  • Mito 20. Las personas que viven más de 100 años tienen anomalías genéticas.

cc by Elvert Barnes at flickr

Como ejemplo, voy a citar una de las mayores amenazas de la nutrición contemporánea  que es la obesidad. La obesidad es el resultado de varios mitos combinados. Debido al mito número 1, creemos que nuestra obesidad tiene una sola razón (genética, psicológica o física – voluntaria). Como consecuencia,  nos daremos por vencidos (ya que no se pueden cambiar los genes), o nos someteremos a psicoterapia, o intentaremos reducir el estrés, o  hacer ejercicio en exceso.  Con el segundo mito, nos permitiremos comer un bocado aquí y allá, sin percatarnos de la acumulación de este exceso de calorías. Según los mitos 3, 12 y 13, no  nos damos cuenta  que la comida contemporánea  está siendo bio-construida de tal manera, que su olor y sabor evocan  en el organismo la necesidad de nutrientes específicos necesarios para nuestro buen funcionamiento , pero que, al no ser brindados por estos alimentos, nos llena en cambio de ingredientes nocivos  para la salud. El mito 4 acerca del etiquetado, nos hace creer que los suplementos (sustitutos de alimentos) pueden reemplazar la verdadera comida y satisfacer las necesidades del organismo y, por tanto, que no nos debemos de preocupar,  y por consiguiente nos hace más adictos a los alimentos sin valor nutritivo. El mito 5 no nos permite reconocer el hecho de que los edulcorantes y aditivos instigan la adicción, por no hablar de otros daños. Cuando nos sentimos tristes y solos en lugar de intentar buscar una comunidad para deshacernos de la adicción a la comida, el mito 9 nos lleva en cambio, más cerca de las farmacias y medicamentos que de las comunidades. Por supuesto, el trastorno  en la alimentación puede ser aún más complicado e incluir una insana tradición cultural (y mitos), una disfunción familiar (y mitos) y/o costumbres profesionales (por ejemplo, la necesidad de finalizar un contrato con una cena, obliga a muchos vendedores a tener varias  comidas al  día).

Al ver la complejidad de los mecanismos anteriores, no es de extrañar que mucha gente se gane la vida mediante la venta de productos y asesoramiento sobre la obesidad y el sobrepeso, mientras que los métodos propuestos son rara vez eficaces y provocan otros perjuicios a la salud. Parece ser que la desmitologización y una fuerte comunidad abierta al conocimiento podrían ser una mejor solución.

Estos fueron sólo 20 mitos relacionados con la salud por cuales vivimos.  Yo podría fácilmente proponer una lista similar de mitos sobre los medios de comunicación, que sirven para informar y no para vendernos publicidad, sobre la educación que sirve a los alumnos y a sus familias en lugar de a los profesores y autoridades, sobre el matrimonio feliz, la política, la religión, la cultura, etc. Creo que todos los mitos podrían formar parte de un interesante Libro de Mitología Contemporánea.

Te invito a verificar si eres una víctima de los mitos  realizando el siguiente cuestionario de evaluación de estilo de vida:

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[1] Fitzgerald, R. (2006). The hundred year lie. How food and medicine are destroying your health. New York: Dutton