Parecería ingenuo y/o sospechoso pensar que podemos tener una solución única a los graves problemas de la humanidad descritos  en el texto sobre las Guerras invisibles. Pero creo que  existe una solución, aunque no  sea fácil. En la mayoría de las situaciones, empezando con la historia de nuestra hija y terminando con las guerras, la causa de nuestros problemas y lo que nos convierte en víctimas es nuestra ignorancia. Si comprendemos al mundo y sus complejidades, nosotros, como sociedad, podremos elegir opciones mejores y construir un mundo mejor. ¿Por qué creo esto? Porque la historia económica de las naciones nos enseña que el desarrollo de la humanidad está relacionado estrictamente  con el conocimiento. Un economista polaco, Eugeniusz Kwiatkowski,  formuló la siguiente ley:

“La estructura de los mecanismos económicos es compleja (…). El desarrollo económico,  político y el progreso  son los factores   cuantitativos  de la  comprensión de los mecanismos. Es equivalente a la relación entre el número de personas que entienden las suposiciones, metas y métodos, frecuentemente con consecuencias a largo plazo y el número de personas que están motivadas por sus impulsos y irreflexivas en una sociedad” (Kwiatkowski, 1947, p. 95).

Kwiatkowski demostró el funcionamiento de esta regla en toda la historia económica del mundo desde la antigüedad hasta los tiempos actuales. El problema es que las complejidades en el pasado no son comparables  con las complejidades de hoy en día. Nuestra vida privada hasta hace 100 años,  estaba basada en el concepto de la sabiduría, que se  asentaba a su vez  sobre la experiencia cotidiana y el conocimiento. Muchos sabios del pasado, por ejemplo Copérnico, Leonardo da Vinci, Adam Smith  abarcaban unos grandes conocimientos en una amplia gama en diferentes disciplinas.. Sin embargo, con los avances de la ciencia y la tecnología (especialmente en electrónica, tecnología informática y biotecnología), ya no hay lugar para la interdisciplinariedad y la acumulación amplia de experiencias. Como resultado, el público en general está formado por pacientes ignorantes que abandonan su destino a manos de especialistas  “súper-calificados”,  y acaban siendo manipulados y expuestos, intencionadamente, a sus productos y venta de servicios.

A continuación, analizaré  ,  de qué manera el problema del progreso científico y  nuestra mayor experiencia funcionarion cuando nuestra hija enfermó. Cuando era un bebé, estuvo expuesta a la contaminiación del aire y de la comida que  provocaron un incremento de los alérgenos cuya existencia desconocíamos. . Mucho tiempo después, nuestro nuevo  médico de familia nos informó sobre la calidad del agua, de la leche, o de la carne y aprendimos que los nuevos ingredientes en los productos son tan rápidamente  absorbidos que su daño no puede ser  probado correctamente.  Con nuestra ignorancia, estábamos poniendo en peligro la salud  de nuestros hijos, al comer lo que comíamos y vivir donde vivíamos.  Como confiábamos en nuestro primer médico de familia, honesto representante de su profesión, no éramos conscientes de los avances tán rápidos de la medicina y que ni siquiera él mismo,  podía prever todos los efectos secundarios  de los medicamentos que él prescribía a sus pacientes. Tampoco  nos dimos cuenta que los otros dos jóvenes doctores que habíamos consultado, habían sido educados de una manera que creían estar mucho más informados de lo que en realidad estaban. Tuvimos mucha suerte al conocer una profesional de “la vieja escuela” que dudaba de su experiencia y conocimientos, aún frente  a nosotros. Probablemente, la venta de ese medicamento específico, sería una buena fuente de ganancias, ya que aliviaba  rapidamente los síntomas alérgicos de mucha gente, permitiéndoles  seguir con sus nocivos estilos de vida.

cc by Stan Aron at flickr

Se preguntará  cual es la relación entre este incidente con mi hija enferma , y la equivalencia  de las cinco guerras mundiales, y con usted, como miembro de una cooperativa. Trataré de explicarle. La tragedia de estos millones de personas es,generalmente, el resultado de una convicción muy popular (o mejor dicho, un mito) que las ganancias son las que conducen la economía y el desarrollo del mundo.¹Las cooperativas no son un tipo de empresas muy populares, ya que están basadas en  el concepto de que el ser humano se sitúa antes que las ganancias.  Fomentan un  comercio justo, la responsabilidad social, la solidaridad, la alimentación orgánica, todos ellos componentes de un estilo de vida no consumista y responsable con el medioambiente. Además, mediante el control democrático, las cooperativas tratan de ceder el proceso de toma de decisiones a aquellos que se encuentran al frente de sus empresas y conocen  su particular problemática. Pero, para poder cumplir con la ley de Kwiatkowski, tenemos que averiguar  qué datos debe conocer la gente para comprender la complejidad del mundo y, este es precisamente el motivo de mi investigación.


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Notas

¹  Puede encontrar más mitos de este tipo en: : Webb, T. (2016). From Corporate Globalization to Global Co-operation: We Owe It to Our Grandchildren. Halifax: Fernwood Publishing

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